Nací en Venezuela el año 77, por motivos políticos mis papás y mi hermana se fueron por allá.
Mi Papá camionero, salía un día y 15 días después volvía a casa, mi Mamá lo extrañaba, pero cuando llegaba, hacía cosas que la desagradaban, al punto que ya esperaba el día que se fuera nuevamente.
En uno de esos días de descanso de camionero, yo llegué, sin aviso.
Vivimos en muchos lugares, pero el que más recuerdo fue una casa a la orilla de la carretera, sin vecinos cerca, sin un barrio.
Abandonaban perros en la puerta de nuestra casa o más allá, pero llegaban igual, tuvimos unos 30.
También una chiva.
Me crié en una casa mas bien sola, sin otros niños para jugar, solo mi Papá era mi único amigo.
Mi Mamá y mi hermana me cuidaban, hacíamos juegos todos los días, ellas dos eran amigas y yo el hijo de una.
Como no habían niños no había un modelo, así que me crié como resultaba, por ejemplo, me quería reír, me tiraba al suelo a reír, fuerte y agudo, no quería comer con tenedor y estaba autorizado para comer con las manos, me salía de la cuna y montaba mi triciclo todo el día, anduve en él antes de aprender a caminar, todo eso por que no había la presión de ser como otros niños, nada estaba mal, me dejaban ser.
El lugar tenía una casa abandonada al lado, nido de los insectos y reptiles mas súper desarrollados imaginables, las moscas y ratones que vemos son una alpargata al lado de esos murciélagos, arañas, culebras, cangrejos de barro, todos gigantes.
Las iguanas aparecían y los perros las perseguían, si una caía era devorada al instante, tengo el recuerdo de mi Papá que una vez con un machete partió una por la mitad en un intento de escapar, para deleite de la gran cantidad de perros que vivían con nosotros.
Un día volvimos a Chile, tenía 5 años, y me hicieron una gran fiesta de cumpleaños, la familia nunca me había visto, por lo que era la atracción, tanta cosa rara que hablaba, y hacía, me miraban extraño.
Siempre cuando vemos a alguien diferente en nuestro entorno, tratamos de encontrar una explicación de por qué es así, y si nos parece mal, lo rechazamos, también miramos a nuestros pares, si aprueban o no al especimen.
Yo hablaba solo, le hablaba a la cuchara mientras tomaba la leche, jugaba horas con barro, en la inmensa posibilidad que me daba mi imaginación. Algo no bien visto, ahora habían más niños, y una norma, regla, patrón que cumplir, ¿para que? Luego lo sabría
Me subía a una micro con mi abuela, y conversaba con la gente, en cuanto me subía y hasta que me bajaba, les contaba de mi, también me hablaban de ellos.
Empezaba a aparecer un sentimiento, un anhelo, una necesidad:
Era la Aceptación !!!
La buscaba, la necesitaba, quería que alguien me encontrara bueno, simpático, "Normal" por último.
¡¡¡Como buscaba ser aceptado!!!
Creciendo me di cuenta que la aceptación era una moneda de cambio, puedes buscar aceptación y otros te la pueden dar, pero uno también podía hacer sentir a alguien aceptado o rechazado.
Yo me seguía tirando al suelo a reírme, con voz aguda y fuerte, hasta que a alguien no le gustó.
En mi enseñanza básica, me sentía aceptado por todos, pero un día llegaron unos jóvenes de mucha edad, para estar en básica, vivían en un hogar de huérfanos, fumaban, se drogaban, y eran agresivos. Decidieron que no era aceptable mi forma de ser y comenzaron a golpearme. Un día, de improviso, se dejaron caer dos de estos jóvenes sobre mi, se me rompió el pantalón, el pijama de abajo y mi rodilla. Fueron años duros, experimenté mucho maltrato, dolor y abuso físico.
A primero medio llegué y era yo quien decidía quien era aceptable y lideré un grupo que le pegaba al gordito del curso.
Y siguió mi camino errante en busca de la aprobación y alejarme del rechazo, imitando modas, vistiéndome de tal manera, escuchando música rock y llenando mi pieza con póster horribles.
A los 27, después de muchos errores, y hastiado de lo que el mundo me ofrecía, me acordé de una persona que me compartió de Cristo y me entregué.
Al llegar a Jofre, me acogió el Muc, y el proceso comenzó:
El Líder del Muc me decía que debía cambiar completamente, y la coordinadora me decía que Dios me amaba tal cual, que no debía cambiar nada.
Las dos cosas eran tan ciertas, me las ha revelado el Señor, con los años, es necesario que cambie y gire mi vida en 180 grados, mas me acepta y me ama.
Efesios 1:6
para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo ACEPTOS en el Amado
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